Tras los sucesos acontecidos en el barrio, la vida de Tirso transcurre feliz: su relación con Gladys va viento en popa, la ferretería es un negocio próspero y su nieta Irene está a punto de dar a luz. Pero la irrupción en el barrio de Maica, su exmujer, supondrá una fuerte sacudida para la familia, que se debatirá entre aceptarla o rechazarla, y para el barrio, ya que Maica, que ha trabajado durante años como cooperante, pretende poner en marcha una fundación para ayudar a los pandilleros a salir de las calles, lo que desencadenará graves problemas con las bandas callejeras en los que Tirso se verá obligado a intervenir.