Como cabría esperar, Sydney se zafa de la amenaza y entre ella y su padre reducen a Hassan y llegan a un acuerdo: él fingirá su muerte y luego se entregará a la CIA para ser interrogado. De ese modo, el SD-6 cree que Hassan a muerto.
Mientras, Vaughn informa a Sydney de que las extrañas anotaciones en los libros de su madre resultan ser caracteres cirílicos, órdenes y nombres de agentes de la CIA que debían de ser asesinados. Sydney se convence de que su padre era (y quizá aún sea) un doble agente del KGB infiltrado en los Estados Unidos aunque informar de tal hecho a sus superiores es algo para lo que no está preparada. Vaughn lo tiene mucho más claro e incluso graba su conversación con Sydney. Ésta se enfada cuando Vaughn le confiesa lo que ha hecho, a pesar de haber sido incapaz de entregar la cinta.
Hassan confiesa poseer un silo en Creta donde se encuentra “el paquete”, un dispositivo vital para la CIA (y el SD-6), y envían a Sydney para inspeccionarlo. Hassan demanda de la CIA que traigan a su mujer y a su hijo a suelo estadounidense para su propia protección, pero la agencia aún no quiere discutir tales hechos. La misión de Sydney se revela como una trampa y Hassan demanda un acuerdo por escrito sobre su familia para salvar la vida de Sydney. Weiss y Vaughn vuelan para conseguir que el director de la CIA firme el acuerdo.
Tras el viaje, Sydney ha reflexionado y decide convocar una reunión de las altas esferas de la CIA para delatar a su padre. Sorprendentemente, su padre acude a la reunión y bajo la conformidad de todos los presentes, se dirige a Sydney para informarle de que si bien sus argumentos son válidos no lo son sus conclusiones. Jack le informa de la verdad, revelando un terrible secreto familiar.